Por: Alden Hernández Díaz
El camino transitado de 2016 a la fecha en materia de soberanía alimentaria a través del Programa de Autoabastecimiento Municipal (PAM) aún no satisface las 15 libras de viandas, 10 de hortalizas, dos de granos y tres de frutas previstas por habitante cada mes.
No siempre ha cursado como debiera el cumplimiento de la estrategia gubernamental, por causas que van desde lo organizativo, limitaciones materiales, insumos o combustibles, incluso hasta climáticas. Si al cierre del primer trimestre de 2019 la provincia mostraba un promedio de 15,29 libras per cápita mensuales, en el período comprendido de septiembre de 2020 a febrero del presente año ascendía a 25,1 libras.
Aquí los desafíos de la producción agrícola son muchos e ingentes, pues no abarcan exclusivamente al autoabastecimiento, sino también se encaminan a honrar compromisos con el balance nacional, el consumo social, de entidades estatales, la exportación y la sustitución de importaciones. Por otra parte, las limitaciones que padece el sector, de un tiempo acá, en la adquisición de fertilizantes y otros insumos básicos importados, limitan la obtención de mayores rendimientos.
De ahí que la solución para la problemática pase por la aplicación intensiva de la ciencia y la innovación, incluida la búsqueda de alternativas desde lo endógeno en la fabricación de fertilizantes orgánicos, bioplaguicidas y organominerales; elementos que aún se obtienen en cantidades insuficientes para cubrir las demandas actuales, entre un 30 y un 40 por ciento en el caso de los preparados procedentes de los 11 Centros Reproductores de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE), y en menor cuantía para sustentar los crecimientos de áreas agrícolas planificados para los años venideros.
La indicación de la dirección del país es aumentar áreas ante los bajos rendimientos y aquí no se han quedado atrás con la encomienda. Según informe presentado por Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la Agricultura, los agricultores avileños sembraron unas 2 106,2 hectáreas más en la recién finalizada campaña de frío con respecto a la anterior.
Este incremento se sustenta sobre todo en viandas como el boniato (402 hectáreas), malanga (106,6), yuca (1 188,1) y plátano (349,5). Sin embargo, a los loables esfuerzos en ocasiones los opacan brechas por cerrar como la contratación, que no cubre todas las producciones. Ello posibilitaría limitar el escape de alimentos en camiones hacia otras provincias que ocurre, fundamentalmente, durante horas de la noche o madrugada, en una suerte de operativos clandestinos.
Actualmente el sector agropecuario en Cuba atraviesa por una serie de cambios para ganar en eficiencia y descentralización. El arrendamiento de mercados agropecuarios por cooperativas y otras formas de gestión no estatal resulta una de las transformaciones que aplican en Ciego de Ávila con buenos resultados. Aparecen entre los primeros beneficios el incremento de las ventas además de mayor variedad y presencia de surtidos.
Las condiciones de los municipios son dispares y no todos avanzan a igual ritmo. Baraguá es de los mejores territorios en el programa de autoabastecimiento; en su haber cuenta con excelentes y suficientes tierras, sistemas de riego para más de las cuatro quintas partes de las áreas dedicadas al autoabastecimiento y una población de 33 920 habitantes, de los cuales alrededor del 30% laboran en el sector agrícola.
Un panorama más rezagado lo tiene Ciego de Ávila, con un total de población 4,5 veces mayor con respecto a Baraguá y menores recursos cultivables en comparación con la densidad poblacional. No obstante, el municipio cabecera tiene más camino transitado en el cierre de los procesos productivos, con el funcionamiento de minindustrias.
Entre las premisas del éxito del PAM está el fortalecimiento de las estructuras municipales de gobierno y productivas, en la consecución de la ansiada autonomía. Es obvio que se dispone de condiciones naturales y fuerza de trabajo con experiencia para alcanzar el propósito, pero lo más importante es sostenerlo en el tiempo. Porque en temas de alimentación la constancia es palabra de orden.
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