por; Patricia Maria Guerra Soriano
Dentro de 4, 7 hectáreas de historia y naturaleza viva, la Quinta de los Molinos, en el centro de La Habana, parece una isla que, apartada de la urbanidad incandescente, se reinventa con sus sonidos, olores y formas.
Hasta allí, para remover todos esos misterios, llegó un grupo de mujeres periodistas invitadas, este 8 de marzo, por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) quienes, quizás sin saberlo, coincidieron con el poeta Joyce Kilmer cuando escribió: “Yo creo que nunca veré un poema tan hermoso como un árbol”.
Por eso, la Quinta tiene tantos poemas: unas 170 especies de árboles y más de 200 de plantas ornamentales, varias endémicas de Cuba, se esparcen entre los jardines y estanques.
Jorge Legañoa Alonso, vicepresidente de la UPEC acompañó a las periodistas en el recorrido que comenzó con la presentación de La Quinta S.U.R.L., una mipyme estatal que gestiona al Museo Cuartel General del Ejército Libertador y al Jardín Botánico de La Habana, ambos ubicados dentro de la Quinta.
Dicha empresa – de acuerdo con Alejandro Palmarola, su presidente – es un proyecto de contribución social que funciona con una plantilla de trabajadoras y trabajadores, de los cuales un 30 por ciento son personas en situación de discapacidad intelectual.
El museo está conformado por dos plantas. Divididas en dos subgrupos, guiados por las especialistas Lisette Abadie y Sandra Rodríguez, las periodistas transitaron por las distintas salas donde se muestran líneas del tiempo con la historia del sitio y de la vida y la familia del Generalísimo Máximo Gómez.
Pues esa casa, ahora museo, fue un lugar de descanso – precisó Lisette – para alrededor de 40 capitanes generales en la colonia y en 1899, hospedó, durante cuatro meses, a Máximo Gómez y al Cuartel General del Ejército Libertador hasta su licenciamiento.
Fuera del museo, sorprenden un terrario, hábitat de las tortugas morrocoy o de patas rojas, un estanque con carpas chinas y un mariposario, primero de su tipo en Cuba, desde que se creó en 2015.
Periodistas recorren el terrario de la Quinta. Foto: Omara García Mederos/ACN
La ruta concluyó frente al endémico ácana blanca, un árbol de casi 200 años que estuvo entre los trasplantados desde el primer emplazamiento del Jardín Botánico de La Habana en 1839.
Al final, para sustituir “la acostumbrada entrega de flores” – dijo Legañoa – los trabajadores de La Quinta regalaron a cada una de las presentes, algunas de las especies de plantas que conforman los jardines.
Foto de portada: Omara García Mederos/ACN
Patricia Maria Guerra Soriano
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