Por: Atilio Borón
Donald Trump se presentó ante el Tribunal Penal de Lower Manhattan para enfrentar los cargos, supuestamente más de treinta, por haber comprado el silencio de la actriz de películas porno Stormy Daniels durante la campaña presidencial del 2016. Trump pagó 130 000 dólares para que aquélla no revelara que, años antes, había tenido un encuentro sexual con el magnate. Llama la atención que habiendo muchos otros cargos que pesan sobre el expresidente, entre ellos su responsabilidad ante los gravísimos disturbios del 6 de enero del 2021 en el Capitolio, haya sido éste el caso que ha llegado a los estrados del fuero penal.
¿Cuál es el itinerario que se abre ante Trump? El proceso que lo espera se puede sintetizar así. Primero hubo una acusación concreta en su contra a cargo de un Gran Jurado que pese a lo solemne de su nombre no es otra cosa que un grupo de 23 vecinos de Manhattan que decidieron por mayoría simple que existían antecedentes como para que Trump pueda ser acusado ante un juez. Luego de las formalidades del caso (fotografía policial, toma de impresiones digitales, utilización o no de esposas, nada de lo cual parece haber sucedido en el caso que nos ocupa) el acusado debe comparecer ante un tribunal público para oír los cargos en su contra.
Trump respondió que es inocente, luego de lo cual el juez determinará si existen razones para arrestarlo, o bastará con que deposite una fianza o quede sujeto a alguna otra restricción hasta que comience el juicio. Antes de que éste dé comienzo, cosa que insumirá varios meses, habrá una serie de audiencias previas en los cuales los abogados de Trump tendrán derecho a examinar las evidencias del caso, valorar la pertinencia o no de los testigos y desestimar algunos o todos los cargos. Superada esta instancia el juez tendrá que decidir si hay elementos suficientes para iniciar un juicio.
De ser así, éste comenzaría luego de varios meses y duraría largas semanas. Suponiendo que el juicio tiene lugar y Trump es encontrado culpable esa sentencia puede ser apelada por el acusado, iniciando otra larga batalla judicial. Si su apelación no prosperase y el jurado lo condenare, el juez emitirá la sentencia apropiada, misma que también puede ser apelada por el acusado. En todo caso, lo crucial de todo este proceso es que aún con una condena en su contra Trump podrá ser candidato a presidente en las elecciones de noviembre del año próximo. Por eso hay quienes consideran a este proceso judicial como el lanzamiento de la campaña presidencial del magnate neoyorquino. Como dirían los italianos, se non è vero è ben trovato.
Dos consideraciones finales: Hasta qué punto los antecedentes del escándalo Clinton-Lewinsky del año 1998, revelando que el presidente exigió y obtuvo favores sexuales de su becaria, corroborados por restos de semen del presidente hallados en un vestido de Mónica Lewinsky, van a jugar en este caso. Lo de Clinton terminó en una acusación menor: “perjurio” y obstrucción de justicia y fue exonerado de todos sus cargos. Al lado de esto, lo de Trump es peccata minuta, como decían los romanos. No hay semen a la vista sino dólares, pero esperemos para ver cómo actúa la justicia estadounidense. Eso sí: conviene recordar que pocos días después de que Clinton testificara sobre el escándalo, Washington puso en marcha la “Operación Alcance Infinito” durante la cual lanzó varios misiles contra supuestas bases de Al Qaeda en Afganistán y contra una fábrica de medicamentos en Sudán, en represalia por los atentados terroristas a las embajadas estadounidenses en 1998. Los malpensados dicen que fue una maniobra para distraer la atención de la ciudadanía norteamericana. ¡Vaya uno a saber!
Segundo y último: El 4 de abril es un día cargado de simbolismo para la sociedad norteamericana. En 1968 fue asesinado en Memphis, Tennessee, Martin Luther King, el gran líder de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Ese mismo día, pero de 2023, Donald Trump ingresa, desafiante y con el puño en alto, en los tribunales del Lower Manhattan de la ciudad de Nueva York. ¿Se podía pedir una coincidencia más afortunada para lanzar una campaña presidencial?
(Tomado de Página 12)
Atilio Borón
Economista y periodista argentino, quien dirigió Clacso.
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