por: Ricardo Benitez Fumero
Hay noticias que, no por previsibles, conmueven menos. Una llamada telefónica en lo más profundo de la madrugada nos comunicó lo que nunca hubiéramos querido escuchar: nuestro colega José Antonio González Morales había fallecido temprano en la noche.
Su partida duele, al tiempo que nos traslada a aquellos lejanos tiempos en que hacíamos pininos en los medios, cuando, cada mañana nos ponía al tanto del acontecer local de su Violeta nativa, de sus andares musicales en el cine teatro Victoria, de sus sueños realizados para que el terruño natal tuviera emisora propia, de tristezas y añoranzas durante los eventos municipales de los estudios, en los que ganó protagonismo por derecho propio. Dicen que ya no escucharemos más esa voz suya tan particular que penetraba las entretelas del miocardio de cada cual; de sus visitas a Radio Surco y Radio Morón, cada vez más espaciadas, de ese afecto contagioso que esparcia por doquier.
Alguien me cuenta dolorido que no estarás más, que tu risa breve y contagiosa se nos escapó alevosamente, que no contaremos otra vez con tus conocimientos y amistad verdadera.
Pero eso no es cierto: aunque tus colegas de todo Ciego de Ávila -y de toda Cuba- estemos de luto, tu ejemplo perdurará durante mucho tiempo entre las paredes de nuestras emisoras, te recordaremos siempre que sea necesario y, añoraremos ¿por qué no? tu fecunda presencia.
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