por; Enrique Milanés León
Como quien parte, escoltado de ofrendas florales de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, a otra tarea en condición de reportero y revolucionario, este viernes Nicanor León Cotayo reunió en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba a un nutrido grupo de colegas y patriotas que dieron un último aplauso a su honda obra de cubanía.
Sus seres más queridos, la Upec y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana —escenarios donde mejor fecundó su amor por nuestra tierra— plantaron junto a su imagen otras grandes coronas en torno a las cuales Rogelio Polanco Fuentes, miembro del Secretariado del Comité Central, encarnó el abrazo que toda la nación quiere dar a su viuda y a su hijo.
En palabras de homenaje a Nicanor, fallecido el 15 de abril tras dar a la causa de la Revolución 82 años completos, el vicepresidente de la Upec Jorge Legañoa Alonso destacó que el periodismo resultó contenido esencial y motivación de su extensa obra.
Nicanor fue profesor de las más importantes academias política y docente del país, desde las cuales inculcó un fervor por Cuba que más adelante las herramientas del periodismo le permitirían comunicar con mucho mayor alcance.
Rogelio Polanco Fuentes, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, junto a la viuda e hijo de Nicanor León Cotayo. Foto: Heriberto González/Cubaperiodistas.
Tal impacto causó ese trabajo que la Agencia Central de Inteligencia, incapaz de entender las cosas del patriotismo, llegó a creer que la suya no era la firma de un hombre, sino el escudo de todo un equipo de agentes secretos cubanos.
Más allá de la anécdota, que seguramente le enorgullecería, León Cotayo siguió su trabajo con una pasión periodística que, rebasando formatos, se extendió hasta completar 16 libros, incluidos los imprescindibles “Crimen de Barbados”, “El bloqueo a Cuba” y “Sitiada la esperanza”.
Fiel hasta el último instante a esas trincheras también conocidas como “artículo” y “comentario”, escribió hasta pocas semanas antes de su deceso, frente al cual el periodista de patria y de humanidad comunicaba a su esposa una preocupación que es tarea para todos sus colegas: “¡El mundo está en peligro!”.
El maestro puede descansar porque está tomado el relevo: en un salón que reunió en su homenaje a horcones de la prensa con vástagos recién formados, todos tomaron nota.
Enrique Milanés León
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