por; Patricia Maria Guerra Soriano
Que el ecosistema comunicacional en Internet sea cada vez más complejo por la abundancia informativa que lo distingue, constituye un axioma contundente al cual se enfrentan los profesionales de la comunicación (periodistas, comunicadores sociales, cientistas de la información, diseñadores).
La información en la web puede ser escurridiza, inextricable, intoxicante. Para encontrarla y transfigurarla en un producto dotado de sentido y posicionado en un contexto, es necesario hurgar minuciosamente en las entrañas de la red caracterizada también por la opacidad y la presencia de noticias falsas.
De esa exigencia básica en pleno siglo XXI nace la figura del curador de contenido, de quien se habla desde el año 2009 cuando Rohit Bhargava en su Manifiesto por el Content Curator, propone un nuevo perfil profesional dedicado a recopilar y ordenar la información referente a una compañía. Pese a que Bhargava teorizaba desde el campo del marketing planteando que la demanda de los usuarios de Internet para acceder a contenidos de calidad no podía ser satisfecha por motores de búsqueda, dado el crecimiento exponencial de la información; la curaduría de contenidos se internalizó rápidamente como un instrumento capital para el periodismo.
Los Doctores españoles en Ciencias de la Información y especialistas en el tema, Lluís Codina, Javier Guallar y Carlos Lopezosa, entienden la curación de contenidos como un producto y a la vez como un proceso, al definirse en una amalgama de acciones que incluyen “la búsqueda, monitorización y gestión, selección, análisis y verificación, edición y difusión de contenidos de interés social procedentes de fuentes abiertas y destinados a cubrir necesidades informativas del público de los medios de comunicación”. [1]
Aun cuando curar contenidos se opone a la idea de producir materiales nuevos, la dimensión del tratamiento informativo requiere mayor sistematización para aprovechar sus utilidades y evitar posibles estigmas que señalen a la curaduría como un ejercicio parásito del periodismo original.
Uno de sus principales propósitos está en el seguimiento de un ámbito temático de interés y la consiguiente monitorización de sus principales fuentes a través de redes y marcadores sociales y de servicios de agregación y de alerta que permitan la sumersión en la masa de informaciones y la extracción de aquellas de relevancia pública que, además, respondan a un determinado enfoque editorial.
En el segundo de los postulados de la ya reconocida economía de curación, por otro de los pioneros de estos estudios, Steven Rosenbaum, se establecen tres figuras de curadores: El experto en una materia, el editor de una organización y el aficionado apasionado por una actividad.
Desde esta perspectiva, el periodista y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Díaz Arias, precisa [2] que los periodistas especializados en la realización de tareas de curaduría pueden acoplarse a los dos primeros perfiles, “bien de forma independiente, dentro de una organización informativa como experto en una materia; o como editor de materiales recopilados de forma sistemática para el medio para el cual trabaja”.
Aunque la curación de contenidos es realizada fundamentalmente de manera manual, la intervención de la tecnología resulta ineludible.
Díaz Arias realizó una compilación de herramientas útiles para la curaduría en diferentes fases.
Así, en la selección y filtración de fuentes e informaciones, destaca el uso de Twitter y las plataformas de marcadores sociales. El algoritmo de Twitter-detalla- nos presentará recomendaciones de usuarios y nos indicará si es seguido por alguno de nuestros contactos-fuentes, de manera que “cuanto más afinemos nuestra selección de contactos, más apropiada será la recomendación”. Asimismo, la inclusión en listas de esos usuarios permite su clasificación y gestión; en tanto, la interacción (retuiteo, cita, favoritos) “puede propiciar el seguimiento mutuo y abrir una vía de comunicación directa e inmediata”.
Por su parte, los marcadores sociales son plataformas que permiten almacenar, clasificar y compartir enlaces en Internet y facilitan el acceso a la información y a las vías de contacto con las fuentes.
Los buscadores, las alertas y actualizaciones y los programas de análisis de datos también forman parte de los instrumentos que contribuyen a la gestión de informaciones.
Díaz Arias enfatiza que plantear la pregunta adecuada, usar las opciones de búsqueda avanzada y, sobre todo, escoger el buscador o metabuscador especializado (por ejemplo, para medios sociales Socialmention, Boardreader o Tagboard, para imágenes Tiny Eye) permitirá aumentar la pertinencia y reducir el volumen de información a procesar. Mientras, las alertas, como prolongación de las búsquedas—según advierte el profesor— son esenciales en la labor de conectar esferas nichos con esferas públicas y las actualizaciones pueden gestionarse mediante suscripción a una newsletter o boletín electrónico de la fuente de interés.
Un signo distintivo de la curaduría periodística—zanja el también jurista— es la verificación del material, simultánea o posterior a la selección, pues un producto de este tipo “debe tener el mismo grado de fiabilidad que una información original”; por tanto, es necesario practicar un semejante proceso de análisis y verificación de las fuentes.
Luego de ordenar, categorizar y evaluar cada información es el momento de aplicar acciones de tratamiento personalizado como titular, sumarizar y comentar; operaciones que implican el paso de la mera recopilación hacia la constitución consciente y con valor agregado de los espacios textuales. Finalmente, para el momento de publicar y compartir, pueden utilizarse páginas personales, blogs o perfiles en redes sociales.
En la era de la convergencia digital, la curaduría de contenidos debe ser una de las opciones de especialización profesional capaz de robustecer los vínculos entre el ecosistema mediático convencional y el ciberespacio, como una forma de interpretar y redescubrir la esfera pública.
Notas
[1] Codina, Lluís; Guallar, Javier; Lopezosa, Carlos (2020). Curación de contenidos para periodistas: conceptos, esquema de trabajo y fuentes abiertas. Barcelona: Grupo DigiDoc. Departamento de Comunicación (UPF), febrero 2020 [pdf]
[2] Díaz, R. (2015). Curaduría periodística, una forma de reconstruir el espacio público. Estudios sobre el Mensaje Periodístico. Núm. especial diciembre, págs.: 6180. Madrid, Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense
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